La tolerancia ha convertido
en muy poco tiempo al sexo en algo
triste y obsesivo. Por eso, la
represión del poder tolerante es la más atroz de cualquier represión.
Ya no hay
nada alegre en el sexo.
Los
jóvenes son feos o están desesperados, son malos o están derrotados (PPP, Abiura)
Se nos
ha clasificado como ciudadanía ‘tolerada’. La tolerancia que promulga
la
moderna cultura de masas y del consumo ‘permite’ que salga a la luz la
diversidad. Para clasificar mejor, conocer y controlar mejor. Este tipo
de
tolerancia es el aspecto más atroz de la falsa democracia. Me atrevo a
afirmar
que incluso es más humillante ser tolerado que ser prohibido. Porque
esta falsa
tolerancia permite hacer sólo lo que no está prohibido. Sin dejar
margen alguno
para ser infractor. La permisibilidad es la peor de las formas de
represión.